Los pecados de un entrenador

Para seleccionar a un buen entrenador o llegar a serlo, tenemos que darnos cuenta de los puntos fuertes que son necesarios y de las habilidades que se deben tener, pero también hay que identificar los puntos débiles o -como lo llamamos en este artículo- los pecados que van a penalizar al perfil del entrenador. Los enumeramos a continuación: 

  1. Inseguridad
  2. Falta de energía y entusiasmo
  3. Falta de liderazgo
  4. Tendencia a la crítica y a la queja
  5. Ausencia de escucha activa
  6. Falta de análisis y objetivos
  7. Falta de creencia en el equipo

Ahora vamos a imaginar una escena muy habitual en cualquier tipo de deporte, vamos a tomar una decisión tan sencilla como “tiempo muerto”. Podemos tomar esta decisión por varias razones: porque queremos realizar un cambio, como estrategia, por el motivo que sea.

A continuación, se exponen una serie de preguntas, donde la respuesta que des tiene que ser corta y rápida:

  • Si el entrenador es una persona insegura, ¿tomará la decisión del “tiempo muerto” en el momento adecuado?
  • Si al entrenador le falta entusiasmo y energía, sus decisiones ¿serán tenidas en cuenta por parte de los jugadores?
  • Si el entrenador no es capaz de analizar los partidos, ni de poner objetivos, ¿tendrán sentido sus decisiones?

No hacen falta más preguntas, porque se hace evidente que ningún entrenador puede permitirse estos pecados si quiere ser referente en su deporte. 

Vamos a detallarlos: 

1. Inseguridad

La toma de decisiones es fundamental para ser un buen entrenador, básicamente porque no dejas de tomarlas. El trabajo del entrenador consiste en DECIDIR, decidir qué tipo de dinámicas se van a desarrollar en los entrenamientos, qué estrategias se van a seguir, quien juega y quien no, en resumen, una cadena de decisiones buenas o malas te definirá como entrenador. 

Y para una toma de decisiones correcta, la base es la seguridad en tu propio criterio y en tu persona. 

2. Falta de energía y entusiasmo

Todos conocemos o somos personas que inyectan vitalidad sólo con su presencia, que su flujo de energía y entusiasmo es contagioso. Esas personas vitamina nos posicionan en un lugar de proactividad, de consecución de objetivos y es lo que todo equipo debería vivir de forma normal en sus entrenamientos para que sean efectivos. 

El entrenador es la primera persona que tiene que preocuparse por mantener sus niveles de energía y entusiasmo en una buena posición, básicamente porque es el primer transmisor.

3. Falta de liderazgo

Liderar es guiar de la mejor manera que hay, es conseguir que el equipo deposite su creencia en ti porque tienes ese conjunto de capacidades que convencen desde el primer momento. Liderar es influenciar de manera positiva en el equipo y así facilitar la consecución de objetivos. Si falta liderazgo, faltará la brújula que marca el Norte y el destino del equipo estará a la deriva.

4. Tendencia a la crítica y a la queja

Cuando tenemos a nuestro lado a una persona que se dedica a criticar o donde la queja frente a unos o a otros es lo habitual, estamos frente a una persona que no va a evolucionar de forma sencilla porque se ha convertido en su peor enemigo. 

Para evolucionar necesitas poner el foco en la oportunidad de cambio, en el enfoque positivo que te lleva a la acción positiva. 

Una mentalidad negativa (con crítica y queja) se convierte en el primer lastre para el progreso real. 

5. Ausencia de escucha activa

La escucha activa es una de las claves de la comunicación. 

Una de las mejores cosas que hay en el mundo – para cualquier persona – es sentirse realmente escuchado, sentir que la persona que está contigo hace todo lo posible por comprender tu situación. Y no va a ser menos en el deporte, los jugadores necesitan sentirse importantes, validados, reconocidos y necesarios en el equipo. 

6. Falta de análisis y objetivos

Imaginemos que eres la mejor persona del mundo, entrenador optimista y entusiasta donde los haya, líder innato, con un gran caudal de energía, de entusiasmo y seguro de sí mismo, pero te falta capacidad analítica, pues siento comunicarte que te falta el 50% del trabajo. 

La capacidad de analizar diferentes escenarios y establecer los objetivos adecuados es la otra mitad de ser entrenador. Un buen analista llega a los jugadores a través de hechos observables, cuantificados y establecidos, que no pueden ser refutables, porque gana la evidencia del análisis. 

7. Falta de creencia en el equipo

Mantener la creencia en el equipo es tarea del entrenador. Tener fe en el equipo y en los jugadores da la automotivación necesaria para seguir luchando. Si no crees en ellos lo vas a transmitir y eso va a perjudicar al equipo por una parte y por otra a ti como entrenador. Mantén tu creencia firme.

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